Gigantes del océano: la emoción del avistamiento de ballenas

Posted on febrero, 21 2025

En Chile tenemos la fortuna de contar con cerca de la mitad de las especies de cetáceos a nivel mundial, con una presencia importante de ballenas. Las más observadas, son: la ballena azul (Balaenoptera musculus), la ballena jorobada (Megaptera novaeangliae), la ballena fin (Balaenoptera physalus) y la ballena sei (Balaenoptera borealis).

 

Las ballenas son “fertilizadoras” de los océanos. Esto, debido a que se alimentan de krill, un crustáceo con alto contenido de hierro, el cual al ser reintegrado al mar luego de su digestión favorece la formación de fitoplancton, que es la base de la cadena alimentaria, aportando así a la productividad de las aguas y a las pesquerías. Por esta y otras razones, como su aporte contra el cambio climático, es importante recordar que estos gigantes oceánicos corren riesgo a causa de diversas actividades humanas, desde la contaminación por plástico y el tráfico marítimo, hasta la sobreexplotación de los recursos marinos e incluso la extracción de hidrocarburos.

 

Es por esto que avistar una ballena suele ser un privilegio. En reconocimiento al Día Mundial de las Ballenas, les presentamos una serie de relatos narrados por integrantes del equipo de WWF Chile, vivencias que conectan con el imaginario y la fantástica sensación de ver a estos seres maravillosos que habitan en nuestros océanos: 

 

José Palma, Encargado de Planificación Espacial Marina
 

 “En abril de 2024, en Punta Arenas, viví una experiencia inolvidable. De repente, una majestuosa ballena jorobada emergió del agua para tomar aire. Fue como si el enorme cetáceo me hubiera estado observando desde la distancia, esperando el momento perfecto para mostrarse.

 

La ballena se dejó ver en todo su esplendor, regalándome un instante mágico que me llenó de asombro y gratitud. Este encuentro inesperado me hizo reflexionar sobre la fortuna de tener a estos magníficos seres en nuestras aguas. Además, me recordó la impresionante biodiversidad marina que posee nuestro país, donde es posible avistar todo tipo de cetáceos y maravillarse con su inmensidad”.

 

Karina Zapata, Asistente contable:
 

 “Durante un viaje a Isla Magdalena, en Punta Arenas, y sin muchas expectativas, la naturaleza me regaló el avistamiento de cinco ballenas sei.

Con mucha emoción, observé cómo estos fantásticos seres jugueteaban, lanzando soplos de agua, como si estuviesen felices de que los humanos admiraran su belleza. Al principio, no estaba segura de si realmente eran ballenas, pero cuando vi una enorme cola, supe que sí lo eran. Me sentí pequeña ante la majestuosa e imponente presencia de las ballenas sei.

Esta experiencia me motivó a investigar y aprender más sobre estas especies. Descubrí que en Chile existe una alta tasa de mortalidad de ballenas a causa de las colisiones con barcos”.

Daniel Carrillo, Coordinador de Medios y Contenidos: 

“He tenido la fortuna de presenciar muchas ballenas a lo largo de mi vida. Recuerdo con especial cariño mi experiencia más reciente, en isla Guafo, en un sector llamado caleta Samuel. 

Aquel día, divisamos una aleta que nos hizo detenernos en medio del mar. Pasaron unos segundos antes de que la ballena pasara tranquilamente bajo el bote. En ese instante, cuando la belleza del cetáceo se desplegaba bajo nuestros pies, se hizo un silencio intenso que detuvo el tiempo y la respiración del equipo. Sentí una profunda impresión.

 

Esta experiencia me hizo reflexionar sobre lo pequeños que somos en comparación con la grandeza de estos animales en el océano. Aunque ya tenía la idea de nuestra pequeñez frente a la inmensidad de la naturaleza, este encuentro lo hizo palpable. Fue como tocar con las manos esa sensación de insignificancia.

 

Este tipo de experiencias permite que las ideas que manejamos se conviertan en algo tangible y sensible. Siempre he estado convencido de la importancia de la conservación, pero esa experiencia me permitió sentir la conservación de una manera que complementa lo racional con lo emocional”.

 

Andrea Rodríguez, Encargada de Membresías:

“Recuerdo que en febrero del año pasado, en Caleta Chañaral, tuve la oportunidad de ver ballenas fin y jorobadas. Me sentí tan pequeña e insignificante ante la majestuosidad de esos animales.

Recuerdo la timidez de una gran ballena que se encontraba a solo cuatro metros de nuestra embarcación. Pudimos conectar nuestras miradas, y ese momento fue mágico; quedé completamente encantada. Ver el primer soplido y tener a las ballenas tan cerca confirmó que lo que estaba viviendo era real.

Esta experiencia me llevó a reflexionar sobre la importancia de ser conscientes de nuestro impacto. Por más que uno quiera la mejor foto, debemos recordar que estamos invadiendo su espacio y que nuestras banalidades pueden llegar a dañar a estos seres tan maravillosos”.

Yacqueline Montecinos, Coordinadora de Biodiversidad Marina y Política Oceánica:

 “La primera vez que las vi fue por el 2003, en Puerto Melinka; yo estaba avistando ballenas azules, tenía una vista privilegiada del Golfo de Corcovado desde las alturas del cerro. El escenario de trabajo que tenía era alucinante, y esa belleza la complementaban las ballenas. 

Su presencia era tan magnífica y demostraban una calma única, como si disfrutaran de nuestra admiración por ellas. Esto me permitió realizar el avistamiento e informar su ubicación al equipo que se encontraba tomando muestras desde el bote. 

Tras pasar aquellas semanas de avistamiento, pude tomar conciencia de cómo las ballenas impactaron en mí. Ellas me abrieron la inmensidad del mundo marino, me hicieron enamorarme de todo el espacio que habitan. 

Cuando las vi por primera vez, me sentí plena y, al terminar mi estadía en Melinka, lloré el adiós, porque sentí cómo su presencia había marcado mi vida para siempre”.

 

Janis Vergara, Encargada de Contenidos y Vinculación:

“En agosto del año pasado, durante un viaje de trabajo a Punta Pirámide, Argentina, viví una experiencia que nunca olvidaré: el encuentro con las ballenas francas australes. Como si me estuvieran esperando, comenzaron a acercarse lentamente, dándome la bienvenida a su mundo. 

Nunca imaginé ver un animal tan inmenso; su presencia colosal me recordó a los dinosaurios, a esas criaturas de otro tiempo. En un momento, una de ellas pasó bajo el bote, y su cuerpo pareció deslizarse eternamente bajo mis pies. La emoción fue tan abrumadora que lloré al sentir su esplendor, algo imposible de describir con palabras; es distinto contarlo que vivirlo. Siempre supe que su rol en la biodiversidad era fundamental, pero ese encuentro reafirmó mi compromiso con la conservación de la naturaleza”.

Estos relatos nos inspiran y nos recuerdan el papel fundamental de las ballenas en el equilibrio del planeta. Su conservación es esencial, y cada acción cuenta. Te invitamos a vivir la experiencia del avistamiento responsable, siempre de la mano de expertos comprometidos con el cuidado de la naturaleza.

 

¿Has tenido la fortuna de ver a estos gigantes del océano?

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